GASTROENTERITIS INFANTIL (DIARREA)

ENFERMEDAD GASTROENTERITIS INFANTIL (DIARREA)

 

 

La gastroenteritis es una inflamación de la mucosa del estómago y los intestinos. La mayoría de los casos son infecciosos, aunque también puede deberse a la ingestión de fármacos o sustancias químicas tóxicas (metales, sustancias vegetales).

Suele ser molesta pero autolimitada. La pérdida de electrólitos y líquidos suele ser poco más que un inconveniente en el adulto sano, pero puede ser grave en el niño, el anciano o los enfermos inmunodeprimidos. Se calcula que en todo el mundo cada año mueren de 3 a 6 millones de niños por gastroenteritis infecciosa.

 

SÍNTOMAS GASTROENTERITIS INFANTIL (DIARREA)

Diarrea es la deposición de más de 200 g de heces al día. Sin embargo, muchas personas consideran cualquier fluidez mayor de las heces como diarrea. Con la ingesta de fibra, los niños presentan una mayor cantidad de heces, pero están formadas y no se considera diarrea.

La diarrea acuosa esel síntoma más frecuente en las infecciones víricas y las heces raramente contienen moco o sangre.

 

Los vómitos persistentes y la diarrea pueden provocar un agotamiento con hipotensión arterial y taquicardia. En los casos graves, se produce shock, con colapso vascular e insuficiencia renal sin orina.                                      El vómito agudo y grave puede llevar a anomalías sintomáticas de deshidratación con alteraciones electrolíticas El vómito crónico puede provocar desnutrición, pérdida de peso y alteraciones metabólicas.

 

DIAGNÓSTICO GASTROENTERITIS INFANTIL (DIARREA)

El diagnóstico de gastroenteritis es clínico o se basa en el cultivo de las heces, aunque el inmunoanálisis se utiliza cada vez más.

Pruebas generales:
Hay que determinar los electrólitos séricos, la concentración sanguínea de urea y la creatinina para evaluar la hidratación y el estado acidobásico en los pacientes que parecen graves. El hemograma completo es inespecífico, aunque la eosinofilia puede indicar infección parasitaria.

Hay que excluir otros trastornos digestivos que causan síntomas similares (p. ej., apendicitis, colecistitis, colitis ulcerosa). 

Los factores que pueden provocar gastroenteritis comprenden: diarrea copiosa y acuosa; ingestión de alimentos potencialmente contaminados (especialmente durante un brote conocido), agua superficial no tratada o un irritante conocido; un viaje reciente, o el contacto con los enfermos.

Si un tacto rectal muestra sangre oculta en heces y la diarrea acuosa persiste > 48 h, están indicados cultivos (glóbulos blancos, fecal, óvulos, parásitos).

Para el diagnóstico de la giardiosis o criptosporidiosis, la detección del antígeno en las heces mediante inmunoanálisis tiene una mayor sensibilidad.

Las infecciones antirretrovíricas y entéricas por adenovirus pueden diagnosticarse mediante ensayos rápidos disponibles comercialmente que detectan el antígeno vírico en las heces, pero sólo para documentar un brote.

Todos los pacientes con diarrea sanguinolenta gruesa deben someterse a cultivos para E. coli O157:H7, al igual que los pacientes con diarrea durante un brote conocido.

TRATAMIENTO GASTROENTERITIS INFANTIL (DIARREA)

 

 

El tratamiento es sintomático, aunque los parásitos y algunas infecciones bacterianas requieren tratamiento antimicrobiano específico.

• Rehidratación i.v. u oral. 

• Considerar antidiarreicos si no hay sospecha de infección.

• Antibióticos sólo en casos seleccionados

El reposo en cama y las soluciones electrolíticas (glucosa oral, caldo o consomé) pueden prevenir la deshidratación leve. Incluso con vómitos, el paciente debe tomar sorbos pequeños y frecuentes de estos líquidos, así el vómito puede disminuir con la reposición del volumen.

Los niños pueden deshidratarse más rápidamente y necesitan una solución de rehidratación apropiada. 

Las bebidas carbonatadas y deportivas no presentan una relación correcta de glucosa y sodio y, por lo tanto, no son apropiadas para los niños. Los antidiarreicos no deben administrarse a los pacientes con uso reciente de antibióticos o heces hemo-positivas, a la espera de un diagnóstico específico.

Los antidiarreicos eficaces comprenden la loperamida en tabletas o líquido.

Para los pacientes con infección por E. coli, la rehidratación con bebidas isotónicas y sueros intravenosos puede atenuar la gravedad de cualquier lesión renal o la aparición del síndrome urémico hemolítico.

Si el vómito es grave y se ha excluido la cirugía, puede ser beneficioso un antiemético. Los fármacos útiles en adultos comprenden la proclorperazina, pero este tipo de fármacos generalmente se evitan en el niño debido a la falta de eficacia demostrada y a la alta incidencia de reacciones distónicas.

No hay que administrar antibióticos hasta que se conozcan los resultados de las pruebas, especialmente en los niños, que tienen una mayor tasa de infección por E. coli.

En la gastroenteritis bacteriana demostrada, no siempre son necesarios antibióticos.  Las excepciones comprenden los recién nacidos y los pacientes con bacteriemia por salmonela.

Los antibióticos también son ineficaces contra la gastroenteritis tóxica (p. ej., S. aureus, B. cereus, C. perfringens). El uso indiscriminado de antibióticos fomenta la aparición de microrganismos farmacorresistentes. Sin embargo, ciertas infecciones requieren antibióticos.

Generalmente, el uso de probióticos, tales como el lactobacillus, es seguro y puede tener algún beneficio en el alivio de los síntomas. Pueden administrarse en forma de yogur con cultivos activos.

 

Existe una nueva vacuna oral pentavalente antirretrovírica que es segura y eficaz contra la mayoría de las cepas causantes de la enfermedad. Esta vacuna ahora forma parte de la programación de vacunación infantil recomendada y se administra a los 2, 4 y 6 meses de edad.

 

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